martes, 20 de mayo de 2014

¿Y por qué hablar de emociones?

La educación emocional infantil trata de explicar por qué hay niños que se adaptan mejor que otros a los diferentes cambios por los que se pasa durante la infancia, como son por ejemplo: dejar el pañal, relacionarse con los hermanos, dar los primeros pasos o dejar el chupete.

Por ello es muy importante trabajar con los niños varios aspectos: empatía, autoestima, habilidades sociales y autoconocimiento.

Padres y educadores, en casa y en la escuela, debemos favorecer la comunicación oral y desarrollar el lenguaje emocional dándoles la oportunidad de hablar sobre sus emociones y libertad para expresarlas.

Con nuestra ayuda el niño tenderá a autorregular estas emociones y descartar aquellas que no le aporten nada bueno, como son, por ejemplo, las rabietas. De esta forma verá que su integración social es plena.

Por eso es importante que la escuela no solo se centre en los aspectos cognitivos y en aprendizajes científicos y técnicos sino que debemos dar cabida a los sentimientos y las emociones.

La UNESCO reconoce que la educación emocional es un complemento indispensable en el desarrollo cognitivo y una herramienta fundamental en la prevención de muchos problemas, que tienen su origen en el ámbito emocional por lo que llama a los maestros a:
  • Enseñar a aprender, para poder aprovechar las posibilidades que ofrece la educación a lo largo de la vida.
  • Enseñar a hacer, con el fin de que los alumnos no solo obtengan una calificación profesional sino que además estén capacitados para hacer frente a gran número de situaciones y a trabajar en equipo.
  • Enseñar a ser, fortaleciendo la personalidad del individuo y desarrollando su capacidad de autonomía y responsabilidad.
  • Enseñar a vivir juntos, respetando a los individuos y su pluralismo.
Gracias a la educación emocional, el niño, aprenderá a reconocer, expresar y gestionar sus emociones, será capaz de superar dificultades y frustraciones y conseguirá ser más sociable y autónomo.